Hoy la historia de una compañera a la que llamaremos Miolou
Hola! Estoy muy orgullosa de ser la mujer que soy hoy, la que siempre he sido pero no permitían salir.
Bien, crecí en el seno de una familia Testigo de Jehová, ramificación o secta del cristianismo, en ella me educaron a ser buena esposa, de hecho es lo que creía que hacía mi madre, aunque al crecer me di cuenta que era un matrimonio sin bases, sin respeto, infeliz pero con ropa planchada y elegante para ir a misa y predicar.
Mi calvario empezó en la adolescencia, aunque antes infundían constantemente el miedo sobre mi, para todo. No creía en todo lo que predicaban, nos obligaban a hacer lo que ellos no hacían, me revelaba y claro está la vara de la disciplina salia del armario. Era constante, el psicólogo de la escuela detectó una indiferencia total de mi hacia la familia, lo cual ellos negaron y solventaron con otra paliza, la última, con 15 años, terminamos mi hermana y yo con latigazos ensangrentados por toda la espalda y muslos. Me di cuenta que si les hacia creer que hacia lo que ellos deseaban, todo podía ir mejor, así hice...me comporté, haciendo todo lo que ellos querian, saliendo con quien ellos mandaban y llorando por las noches de rabia e impotencia.
Con 16 años salí de casa con la escusa de estudiar en otra ciudad, lejos, para alejarme bien, pero claro está, a casa de una tía con los mismos ideales que ellos, con dos hijos adolescentes, o no tanto. A los dos mejes de llegar, empecé a sufrir acoso sexual por parte de uno de mis primos, cosa que tapé, porque era mejor eso que volver a las palizas, total, mi madre me había inculcado que si íbamos a las excursiones, era porque ella se había acostado con mi padre, vamos, un favor que luego pagábamos con sangre, en fin. El acoso fue a más y salió a la luz, teniendo que escuchar un: Todo a pasado por tu culpa por tener ese culo y ese pecho. Volví a casa, desorientada, angustiada, escuchando a mi madre decir que mi primo se había enamorado de mi, pobrecito, me decía, y yo ahí,sin poder hacer nada porque yo no era importante, sin denunciar porque esas cosas no pasan dentro de la religión y seria una vergüenza para mis padres y mi primo, porque claro, yo no existo.
Busco otra salida dentro de su "bendición", y me comprometo con 18 años con un Testigo de Jehová, lógicamente, para salir pitando de mi casa, cosa que ven mal los miembros de la iglesia porque ellos tenían otros planes para mi, y cito textualmente.
Me caso con 19 años, virgen, otro error, me quedo embarazada de mi hijo mayor al poco de casarme,era una niña asustada. A los 4 meses de tenerlo, el padre pega una patada al maxicosi del niño porque le molestan sus llantos, me enfrento a él, me pega, yo me voy con el bebé a dar una vuelta para que se pasen los aires y vuelvo como buena esposa, a hacer la cena, porque era mi obligación. Pues bien, le encuentro tirado encima de la cama, intento de suicidio. Dos años de psiquiatra el y de golpe y porrazo lo deja. Las peleas no cesan, gritos, empujones, arrancadas de cortinas, portazos, maltrato psicológico y sigo aguantando, por pena, ¿dónde voy a ir yo? ¿Quién va a querer una persona como yo? ¿Y si vuelve a hacer algo?
Decido tener a mi segundo hijo, centrarme en ellos, todo sigue igual, la relación del hijo mayor con padre es fría, dura, distante y dolorosa. Los bofetones vuelan, sigo intentando poner paz, agotando mis fuerzas, mi alma, me apago. Mi hijo mayor coge cáncer de piel, no me veo en el espejo, no tengo reflejo no soy nada, me hundo y de pronto digo ¡¡¡¡Basta!!!! No permitiré que sufran más mis hijos por no sacar mi fuerza y ser quien siempre he sido. ¡¡¡Sal!!! ¡¡Sal niña!! Esa niña que con tan solo 8 años cuestionaba una autoridad violenta.
Dejé la religión definitivamente, lo intentaba anteriormente, pero cada vez que buscaba refugio me decían, aguanta Miolou, es lo que hace la buena esposa, eres un pendiente de oro en la nariz de un cerdo, pero eres su anillo, reza, ve a predicar, que Jehová ya te recompensará.
Mi recompensa es mía y solo me pertenece a mi crearla. Fuera religión. Me fijé en mi matrimonio y me doy cuenta definitivamente que nunca ha ido bien, ni podrá ir, mi marido es Gay. Bien,le dejo, cojo a los niños, un piso de alquiler y nuestra ropa, salgo disparada, llena de fuerza e ilusión, sin ganas de luchar por lo material, le dejo a él todo, sólo quiero empezar de cero, con mi nuevo yo, con mi yo.
Aun oigo a mi madre decirme, hija, vas a romper una familia, ¿y si aguantas, vuelves con Jehová y te quedas en casa como buena esposa? Él que haga lo que tenga que hacer, pero tu actúa bien. Me quedo en blanco, no creo que pueda salir eso de su boca, ¿quién va a querer a una separada con dos hijos?
Pues bien, tengo 35 años, me he vuelto a casar con un hombre de verdad. Boda a la que no han asistido mis padres, porque para mi ha sido un día muy importante y precioso y sólo quería tener cerca a personas que me quisieran y compartieran nuestra felicidad de corazón y no por cumplir y quedar bien con "dios". Soy libre y me siento mas libre a su lado, me apoya, me escucha , me quiere, somos iguales. Mis hijos son sus hijos y ellos le ven como un padre, la pequeña insiste en que tiene genes suyos.
Sólo puedo decir, ¡luchad! ¡Seguid adelante! No aguantéis nada que no os permita ser vosotras mismas, ¡nadie puede ahogar vuestro ser!! ¡¡¡No os rindáis!!! ¡¡¡Nunca!!! Luchad por lo que de verdad queréis y aprender de todo lo malo y negativo que suceda o haya sucedido en vuestras vidas, eso os puede dar fuerzas para lograr lo que SI queréis conseguir, y no hacer lo mismo en el futuro. ¡¡¡Aprender, luchar y ser libres!!!