miércoles, 27 de noviembre de 2013

Antonio

Otra historia que nos ha llegado, de un compañero al que llamaremos Antonio.

Tuve una infancia feliz, luego me enteré que mi madre no lo había sido tanto. De pequeño uno es feliz con cosas muy simples, pero lo más importante es sentirse querido por tu familia y mis recuerdos de esa época, aunque escasos, son siempre de haber sido un niño querido. Pero sin embargo ahora se que eso se lo debo a parte de mi familia, pero sobre todo a mi madre que sufría en silencio.

Poco a poco, con la edad y siendo el mayor de mis hermanos, me fui dando cuenta de que mi padre tenía cosas que no eran normales. Al principio eran enfados que veía que terminaban con algún golpe a mi madre, luego veía que su única forma de tener disciplina a sus hijos en casa era con gritos y tortazos. Una cosa es que le riñan a un niño, otra que le peguen una cachetada, pero otra es que te metan en el ascensor de tu casa a patadas porque se han enfadado contigo, creo que en ese momento dejé de ser un niño y me convertí en un adolescente, poco después me revelé por primera vez defendiendo a mi madre.

Hoy en día se que mi madre sufrió a mi padre desde el mismo día que volvió de la luna de miel, donde se había quedado embarazada de mi. Siguió el esquema que se ve que es el típico, primero fue aislándola de la familia, llegando a quitarle la sillita donde me llevaba para que no fuese a casa de mi abuela. Insultos, menosprecios y por último las agresiones. Mi madre no se separó de él, fue mi padre el que la dejó por una más joven, desde entonces en mi casa fuimos más felices. Al final mi padre, antes de morir, fue al psicólogo y éste me informó de una depresión aguda que tenía desde joven, de nada me servía.

Desde mi primera pareja siempre busqué una forma de no parecerme a mi padre en su forma de convivir. Me ha costado, pero creo que lo he conseguido, hace un año me casé con una mujer que, siendo muy diferente a mi, es el amor de mi vida, nos complementamos y nos hacemos mejor persona.

Nosotros vivimos lo que habéis llamado pareja igualitaria, porque ambos vivimos en igualdad. Por poner un ejemplo, ella es católica y yo ateo, así que el matrimonio era un problema, ya que yo no quería nada con la iglesia. Debatimos, cada uno expuso sus razones y al final entre los dos decidimos que nos casaríamos por la iglesia siempre y cuando ni yo hiciera el cursillo previo ni tuviese que decirle al cura que creía en dios alguno. Si no era posible casarnos por la iglesia en esas condiciones ella aceptaba casarse sólo por lo civil. 

En nuestra vida, nos aceptamos cada cual tal cuál es, somos conscientes de que tenemos cosas que mejorar, pero también nos ayudamos y nos damos apoyo para que la convivencia sea lo mejor posible. Por supuesto somos libres, no pedimos permiso para hacer las cosas que son personales, pero tratamos de que sea conocido por nuestra pareja. Por ejemplo, si ella quiere salir a dar una vuelta con sus amistades queda con ell@s y sea que quiera ir sola o sea que yo no quiera ir, va. Simplemente comentamos nuestros planes porque queremos estar el máximo tiempo juntos.

Para no alargar más, nuestro secreto es el diálogo, buscar tanto ella como yo hacer feliz tanto como ser feliz, adaptarnos en vez de intentar cambiar a la otra persona y cuando hay un desacuerdo arreglarlo por consenso entre ambos en vez de por imposición.

2 comentarios:

  1. Texto editado a petición del protagonista...

    ResponderEliminar
  2. Me encanto i además es muy difícil romper el rol en mi caso consegui romper el rol mi abuela fue maltratada y mi madre tmb y es complicado no reproducir comportamientos es algo con lo que se lucha a diario . en tu caso y el mio creo que la batalla esta ganada. En hora buena. Genial

    ResponderEliminar

Se eliminarán los comentarios ofensivos