Decisiones financieras:
Tomar las decisiones financieras juntos, intentando que ambos sean beneficiados o compartan el beneficio, aquí dejamos algunos consejos que pueden ser útiles a la hora de planear dichas decisiones de forma sana en una pareja igualitaria.
Sacar a la luz los problemas monetarios no es la charla más romántica antes de dormir, pero un poco de planeación financiera puede darle mucho a tu vida amorosa a largo plazo. Estos son algunos consejos que te ayudarán a tomar decisiones inteligentes con el corazón.
En el principio de la pareja es bueno conocer la situación financiera de cada persona. Aunque parezca muy frío, evita problemas de futuro y siempre puede servir para ayudarse mutuamente a tomar decisiones mejores. Una buena relación es en la que ambas partes se ayudan para tomar los mejores caminos para llegar al fin deseado.
Hay que buscar un punto medio a la hora de elegir, la pareja tiene que ser beneficiada de forma parecida, si no igual. Como dijimos anteriormente, el apoyo mutuo fortalece la pareja y en la economía también es válida la premisa.
En la economía también somos iguales como pareja, no importando quién gana más dinero, cada cual aporta lo que puede al igual que en el resto de la relación. Es una decisión a tomar por la pareja en que medida se aporta y como se reparte, como hemos indicado anteriormente en otros aspectos, pero siempre desde la igualdad y el respeto mutuo.
No está mal escribirlo, aunque nos parezca poco romántico, una separación de bienes puede proteger la pareja en caso de una mala decisión financiera. No redundaremos en el beneficio en caso de ruptura de la pareja, porque está claro y no es objeto de este libro.
Lo más aconsejable es tener tres cuentas, una para cada persona y otra conjunta, de forma que en esta última se ingrese los gastos que se determinen hay en la vida en común, como son alquiler o hipoteca, alimentos, combustible de vehículos, seguros, luz, agua, etc. Una vez calculado ese gasto, ambas personas ingresarán cada mes la parte proporcional que les toca según la proporción de sus ingresos respecto al total de la pareja. Por ejemplo, si una persona gana 1200 y su pareja 800, la primera tendrá que aportar el 60% del gasto común y la segunda el 40%. El resto queda en la cuenta de cada cuál para que gaste según vea.
No se debe dejar que una sola persona tome todas las decisiones, aunque haga un gran trabajo en ello, porque siempre será necesario que ambas personas conozcan las finanzas de la pareja. Esto es necesario tanto por circunstancias inesperadas por las que quede todo en mano de una de las dos temporalmente, como por el desarrollo personal de ambas.
La educación tradicional, esa que le dice a las mujeres "cásate y se sumisa" y a los hombres "cásate y da la vida por ella", hacía que las mujeres no entraran a tomar parte en las decisiones económicas, al fin y al cabo eso era "cosa de hombres", lo que producía un primer efecto, que además buscaban, la dependencia total de la mujer. Además, con esa falta de conocimiento y dado que la mujer suele tener una esperanza de vida mayor, al enviudar los problemas se multiplicaban. Es difícil cambiar mentalidades obsoletas, pero no lo es tanto no caer en sus enseñanzas, os lo dejamos a vuestro criterio.
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